Esa es la pregunta sobre un objeto cuya identidad se debate entre el despojo de una mega-estrella o un agujero negro supermasivo pateado. En cualquier caso, podría tratarse de algo jamás visto
Algunos podrían verlo como un mero acto de coleccionar estampillas. Pero no es así. La tarea común entre los astrónomos de tomar decenas, cientos y hasta miles de imágenes de diversos objetos —sean galaxias, nebulosas, exoplanetas, asteroides, estrellas sencillas, dobles, triples,…— tiene por objetivo buscar patrones regulares en sus características y responder preguntas sobre su origen, evolución y final.
Y a veces, de entre ese montón de datos, surgen bichos raros que con un poco de suerte podrían abrir puertas insospechadas de investigación.
Un grupo de astrónomos acaba de publicar los resultados de un primer vistazo a uno de estos especímenes, cuya conclusión podría resumirse con un «no sabemos qué es».
Mientras realizaban una extensa búsqueda de agujeros negros supermasivos en el centro de galaxias muy lejanas, Michael Koss, del Instituto de Astronomía de la Escuela Politécnica Federal de Suiza, y sus colaboradores, detectaron un objeto inusual (pero asociado con una galaxia a 90 millones de años luz de la Tierra) que se debate entre los restos de una estrella enorme y masiva o un agujero negro pateado (cual balón de futbol) por otro agujero negro.
La historia de la enigmática fuente, llamada SDSS1133, comienza en 2006 cuando fue clasificada como una explosión de supernova por un grupo de astrónomos en China. Pero el grupo de Koss buscó en datos archivados de los últimos 63 años y encontró imágenes donde se ve el objeto. Cuando compararon con observaciones recientes, descubrieron que éste ha incrementado su brillo en los últimos dos años. En resumen: un comportamiento totalmente inusitado, dice la NASA en un comunicado.
Una opción es que fueran los restos de una estrella LBV (del Inglés luminous blue variable): un tipo de astro con masa y tamaño muy superiores a los del Sol y que el final de su vida llega cuando explota como supernova. De ser así, los datos indican enormes erupciones pre-explosión por décadas, desde 1950 (el periodo más largo jamás registrado), seguido por una supernova en 2001.
Pero hay otra posibilidad: podría tratarse de un mero «accidente» entre agujeros negros.
Cuando dos galaxias chocan, aumenta mucho la formación de estrellas a partir del gas que tienen, pero además, los agujeros negros supermasivos en su centro podrían acercarse al punto de fusionarse o simplemente impulsarse con despecho debido a la fuerza de gravedad y las trayectorias que siguen.
Si dos agujeros negros se fusionan, se produce una cantidad enorme de energía en forma de ondas gravitacionales —algo que Einstein predijo en sus teorías sobre gravedad. Y si tienen diferente masa y giro, el objeto supermasivo resultante podría salir disparado en dirección contraria a donde son emitidas las ondas, en un viaje todo pagado (y sin retorno) por el espacio intergaláctico. La siguiente simulación computacional recrea de forma impresionante lo ocurrido.
El objeto descubierto por Koss y su equipo emite intensamente en rayos X, luz ultravioleta, luz visible e infrarroja. Pero además, se encuentra desplazado del centro de la galaxia que lo hospedaba, la cual tiene gran formación reciente de estrellas. Estas características convierten a SDSS1133 en fuerte candidato a lo que podríamos llamar «agujero negro pateado», aunque más estudios son necesarios para desvelar su identidad.
«Con los datos que tenemos, no podemos distinguir entre los dos escenarios»,
lamenta Koss.
El estudio fue publicado esta semana en el Monthly Notices de la Sociedad Astronómica Real en Reino Unido.
Por lo pronto, el bicho raro ha dejado muchas preguntas al grupo de astrónomos y nos enseña que el granito en el arroz podría ser mucho más interesante que el resto… o simplemente un enorme y voraz agujero negro.
1 comentario