Astrónomos explican evento observado por astrólogos coreanos hace 600 años

En una fría noche de Marzo en Seúl, hace ya casi 600 años, astrólogos coreanos localizaron una brillante estrella nueva en la cola de la constelación del escorpión. El nuevo astro sólo estuvo visible durante catorce días, antes de desaparecer misteriosamente.

De estos antiguos registros, astrónomos modernos han determinado lo que los astrólogos imperiales del reino vieron: la explosión de una nova. Sin embargo, incluso los astrónomos actuales habían incapaces de localizar el sistema estelar binario que la ocasionó —hasta ahora.

Imagen de la envolvente de gas dejada por el estallido de la nova de 1437, tomada por el telescopio SWOPE de 1 metro, en Chile. (Shara et al. 2017)

Un nuevo estudio publicado por la revista Nature sitúa el lugar de la antigua nova, que ahora experimenta erupciones de “nova enana”. El trabajo apoya la idea de que las novas atraviesan por períodos muy largos después de explotar, en los cuales dejan de ser vistas por miles de años y después regresan una vez más como novas completas.

“Ésta es la primera nova de la cual se han recuperado observaciones con tanta precisión, basados en los registros Chinos, Coreanos y Japoneses de casi 2, 500 años,” 

dijo el líder del estudio Michael Shara, curador de datos en el departamento de Astrofísica del Museo de Historia Natural.

Modelo de un sistema binario de estrellas interactuando.

Una nova es una colosal bomba de hidrógeno producida en un sistema binario donde una de las estrellas es como nuestro Sol y está siendo canibalizada por una enana blanca, una estrella muy caliente, compacta y muerta.

Toma unos 100,000 años para que la enana blanca forje una capa crítica de hidrógeno que roba de la otra estrella, cuando lo logra, se rompe y arroja de vuelta la envoltura, produciendo una súbita emisión de luz que hace a la enana hasta 300,000 veces más brillante que el Sol y dura entre unos pocos días hasta un par de meses.

Por años, Shara ha intentado localizar el punto exacto de la estrella binaria que produjo la erupción de supernova en 1437, junto con Richard Stephenson, un historiador de registros astronómicos asiáticos en la universidad Durham, y de Mike Bode, un astrofísico de la universidad John Moores en Liverpool. Recientemente, ellos expandieron su campo de investigación y encontraron la capa eyectada  de la nova. Ellos confirmaron el hallazgo con otro tipo de registro: una placa fotográfica de 1923 tomada desde el Observatorio Harvard en Perú y que ahora esta disponible en línea como parte del proyecto Digitalizando un Siglo del Cielo en Harvard (DASCH por sus siglas en inglés).

“Con esta placa, nosotros podemos dilucidar cuánto se ha movido la estrella en el siglo que ha pasado desde que se tomó la fotografía. Entonces retrocedimos su posición  a donde se hubiera ubicado hace seis siglos y ¡Lotería! Ahí estaba, justo al centro de las capas de gases. Eso fue lo que nos convenció de que estábamos en lo correcto.”

dijo Shara. 

Ramy Imam y Lindsay Smith son parte del proyecto DASCH. En esta foto están preparando el escaneo 100 mil de las placas astronómicas.

Otras placas del DASCH, tomadas en los años 40s del siglo pasado, ayudaron a revelar que ahora el sistema es una «nova enana», demostrando así que las llamadas “novas cataclísmicas”, que incluye a las novas, variables tipo nova y novas enanas, son en realidad las mismas y no objetos diferentes como se pensaba anteriormente. Después de una erupción, una nova pasa por varias etapas, entre ellas nova enana, después de una hibernación regresar como nova. El ciclo lo puede repetir decenas de miles de veces durante miles de millones de años.

Serie de imágenes tomadas en 1942 donde se puede ver el cambio en el brillo de la nova enana (Shara et al. 2017)

“De la misma manera en la que un huevecillo, una oruga, una pupa y una mariposa son etapas en la vida de un mismo organismo, ahora tenemos datos que respaldan la idea de que estas estrellas binarias son todas la misma cosa, vistas en distintos momentos de sus vidas”

dijo Shara.

“El verdadero desafío en la comprensión de la evolución de estos sistemas es que, a diferencia de que podemos ver al huevecillo transformarse hasta una mariposa en tan sólo un mes, el ciclo de vida de una nova es de cientos de miles de años. Los seres humanos simplemente no han existido el tiempo suficiente para ver a una sola de ellas completar su ciclo. El avance en nuestra investigación es que fuimos capaces de reconciliar una observación coreana hecha hace 580 años, con el evento de esta nova enana y el cascarón de gas de la nova que vemos en el cielo hoy en día.»

Concluye el investigador.

Información del sitio EurekaAlert! 

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