En la Tierra, oxígeno es sinónimo de vida, pero cuando hablamos de exoplanetas —planetas girando en otras estrellas— sus condiciones particulares y los de su estrella, los convierten en inhóspitos y perturbadores mundos.
A sólo 39 años luz de nosotros, GJ1132b orbita una estrella roja, 1/5 más pequeña que el Sol. Pero para los astrónomos, el exoplaneta se ha convertido en uno de los especímenes más importante a investigar: con los telescopios actuales debemos ser capaces de determinar la composición química y propiedades de su atmósfera, incluso la velocidad de sus vientos y los colores que se producen en su amanecer y atardecer. ¿Suena bien? ¿Y qué hay de investigar vida?
Bueno, podría ser, pero hay un problema: la temperatura promedio en su delgada y tenue capa de gases alcanza los 260 °C. En la superficie del exoplaneta, literalmente se están cocinando en su jugo —Venus es un caso similar. Por si fuera poco, la intensa radiación ultravioleta de su estrella progenitora rompe fácilmente las moléculas en la atmósfera. Si GJ1132b tiene agua, la luz UV de su estrella las divide en moléculas más simples de hidrógeno y oxígeno. Ambas pueden escapar al espacio, pero el hidrógeno lo hace más rápido, de manera que el oxígeno se acumula en las parte bajas.
En planetas fríos, el oxígeno podría ser un signo de vida y habitabilidad, pero en uno caliente como GJ1132b, es todo lo puesto: el planeta se está horneando y además es estéril.
dice Laura Schaefer, astrónoma en el Center for Astrophysics en Harvard, que junto a un grupo de colegas modelaron las condiciones atmosféricas de GJ1132b.
El exoplaneta está a sólo 2.25 millones de kilómetros de su estrella (la Tierra está a 150 millones de kilómetros del Sol) y recibe 19 veces más radiación que nuestro planeta, es un 20% más grande que la Tierra y 1.6 veces más masivo, que lo convierte en un planeta tipo terrestre y un gran blanco para futuros telescopios, como el James Webb Telescope. Los astrónomos creen que GJ1132b podría ser el primer planeta rocoso fuera del Sistema Solar donde se detecte oxígeno. Aunque muy probablemente no puede, ni podrá, tener vida.