Las estrellas evolucionan dependiendo de la cantidad de materia tienen cuando nacen y pueden tomar diversos colores que nos hablan de su edad y composición química. Esta imagen, del cúmulo NGC 3532, es uno de los ejemplos más coloridos y nos muestra la diversidad que pueden tener estas familias de estrellas.
A lo largo del siglo XVIII, el espíritu aventurero y el deseo por conocer mejor el Universo en que vivimos llevó a muchos astrónomos a emprender viajes de reconocimiento al hemisferio austral. Por ejemplo, en 1750, el francés Nicolás de Lacaille llegó al Cabo de Buena Esperanza, hoy Sudáfrica, con el deseo de determinar distancias planetarias, medir el radio de la Tierra y crear más y mejores mapas de navegación. Pero además, las largas temporadas de observación con telescopio le permitieron encontrar, catalogar y estudiar una gran cantidad de nuevos objetos astronómicos. Justamente, la zona de la nave Argos (divida por el mismo Lacaille en cuatro constelaciones: Carina, Vela, Puppis y Pyxis) es una de las más ricas y pueden encontrarse muchas regiones nebulosas de gas y polvo, estrellas dobles, triples y grupos de ellas. El telescopio MPG/ESO de 2.2 metros, en el Observatorio La Silla, en Chile, nos muestra esta hermosa imagen de uno de los cúmulos estelares más coloridos, NGC 3532, descubierto y catalogado por Lacaille en 1755. NGC 3532 tiene un tamaño en el cielo equivalente a dos lunas llenas (más o menos 1 grado) y se encuentra a unos 1,300 años luz de distancia, en dirección de la constelación de Carina. La agrupación consiste de unas 400 estrellas con edades que rondan los 300 millones de años; esto las podría clasificar como de mediana edad. Las estrellas con menor masa —cuya vida evoluciona más lento— aún se encuentran brillando con colores blanco y azul. Sin embargo, aquellas que al nacer fueron mucho más masivas, han consumido más rápido su combustible nuclear y hoy las vemos como enormes gigantes de color rojo. Estas últimas seguirán evolucionando y en algunos pocos millones de años terminarán sus días en energéticas explosiones llamadas supernovas, lanzando violentamente una gran cantidad de material estelar a su alrededor, que promoverá muy en el futuro la formación de nuevas generaciones de astros. Las estrellas menos masivas seguirán brillando por cientos o miles de millones de años y, la igual que nuestro Sol, terminarán su vida expulsando lentamente sus capas exteriores, formando nebulosas planetarias.
La gran cantidad de estrellas de fondo y las líneas rojas y amarillentas de gas y polvo entorno a NGC 3532 son características de esas partes del cielo, precisamente embebidas en el disco de nuestra galaxia, la Vía Láctea. La imagen fue tomada en febrero del 2013 con la cámara de campo amplio llamada Wide Field Imager y ha servido a los astrónomos para entender mejor la relación que existe entre el color de las estrellas, los elementos químicos que contienen y su edad, cuando todas ellas pertenecen a una misma generación. Por cierto, NGC 3532 fue uno de los primeros objetos en ser fotografiado por el telescopio espacial Hubble, allá por mayo de 1990.